Esta semana tenemos como invitada a la profesora de escritura creativa Cecilia Maugeri, experta guía de escritores noveles o de personas que se inician en el mundo de la escritura. Imparte talleres presenciales en Buenos Aires y tiene muchos recursos a alcance de todo el mundo online. Sabiendo que muchos de vosotros estáis arrancando con vuestros escritos, le he pedido a Ceci que escribiera para vosotros sobre un tema que domina muy bien y sobre el que os puede dar consejos prácticos: los primeros pasos para escribir tu libro.
Muchas personas me consultan para escribir su primer libro y la mayoría coincide en que todavía no se sentó a escribir porque no sabe por dónde arrancar. Me parece un tema complejo, pero podemos ir desanudándolo para proponer distintas maneras de acercarse a la escritura.
Podría agrupar las consultas que recibo en tres grandes categorías:
1) Quiero escribir una historia (personal o inventada).
2) Quiero escribir un libro sobre mi profesión.
3) Quiero escribir un libro, pero no sé sobre qué.
Veamos punto por punto cada caso:
Quiero escribir una historia
1) “Tengo todo en la cabeza” es la frase que más escucho en este grupo. Se trata de historias personales o familiares con mucha información, o historias inventadas con muchas horas de fantasía invertidas. El primer problema que aparece es la comparación entre la experiencia y la escritura, en el primer caso, o la imaginación y la escritura, en el segundo. La escritura siempre sale perdiendo.
Lo mejor que podemos hacer es aceptar desde el principio que lo que va a salir cuando nos ponemos a escribir va a ser completamente diferente de lo que esperábamos. ¿Por qué? La vida es redundante. “¡Otra vez estoy en la misma situación! ¿Cuándo voy a aprender?”. ¿Te suena este pensamiento? En la vida, pasamos varias veces por el mismo punto para poder avanzar. En la escritura, necesitamos sintetizar, hacerle un poco de trampa a la realidad para ganar en tensión (que se traduce en interés de parte del/la lector/a).
Con las historias inventadas pasa otra cosa: si estuvieron mucho tiempo creciendo en nuestra cabeza, el efecto al escribirlas es el mismo que cuando comparamos cómo suena nuestra voz cantando en la mente y cómo suena cuando cantamos en voz alta. Tiene que ver con pasar del plano ideal al material. Empezar a concretar una historia nos enfrenta con los límites del lenguaje y nuestras propias limitaciones como escritores/as.
El segundo problema es qué contar. En ambos casos, hay mucha masa disponible. Pero, ¿qué forma le voy a dar? ¿Va a ser una tarta? ¿O mejor muchas galletitas? ¿O qué tal alfajores? Para poder elegir, necesitamos tener un panorama a vuelo de pájaro. Ver toda la historia de un tirón. Lo que recomiendo en este caso es hacer una línea de tiempo y ubicar los hechos más importantes de la historia. Luego, descubrir las relaciones entre esos hechos. ¿Todos son importantes? ¿O algunos podrían obviarse sin que peligre la esencia del relato? A veces también es útil organizar por temas. Hace poco ayudé a una coach a plantear una historia de vida en la que aparecía muy mezclada la veta amorosa y la profesional. Para la autora eran inseparables. Pero, teniendo en cuenta que el objetivo del libro era mostrar cómo encontrar el propósito en la vida profesional, usamos ese tema como eje. Lo amoroso podía aparecer, pero no hacía falta contarlo al detalle. Entonces, observá si en esa línea de tiempo hay temas en los que podrían agruparse los hechos. ¿Cual es el tema que hace avanzar la trama? Ese puede ser tu eje.
Una vez que pasaste en limpio tu línea de tiempo, empezá a escribir tomándola como guía. Podés plantearte, para un primer borrador, escribir un capítulo por cada hito importante de la línea. Y ahora sí, una vez que empezaste a escribir, lo recomendable es buscar un buen taller de narrativa para aprender las herramientas que hagan falta para construir tu historia. En el taller tenemos una opción especialmente pensada para estos casos.
Quiero escribir un libro sobre mi profesión
2) Este es un mundo completamente diferente y hay muchísimas opciones para hacerlo. Lo que te recomiendo es que definas algunas cuestiones antes de empezar a escribir:
-¿Cuál es tu objetivo? No es lo mismo escribir un libro al comienzo de tu carrera profesional, como carta de presentación, que escribirlo al final, como testimonio de la experiencia de toda una vida.
-¿A quién querés hablarle? Es muy diferente tener como destinatarios/as ideales a tus colegas que al público en general. Por ejemplo, si sos psicólogo/a y escribís pensando en los profesionales de tu ambiente, seguramente sientas la necesidad de buscar apoyo en citas bibliográficas para reforzar tu autoridad. Pero, si le escribís a tus pacientes (actuales y futuros/as) va a ser más efectivo comunicarte desde un lugar más empático, contando casos reales, por ejemplo.
-¿Cómo te gustaría que circule el libro? Esto está muy relacionado con lo anterior. No es lo mismo un libro que circula por congresos que un libro tradicional que se compra en librerías o uno digital que se descarga desde cualquier parte del mundo. La llegada del libro puede modificar bastante la escritura, especialmente cuando pensamos en el manejo de la información y los sobreentendidos.
–¿Cuál es el tema y cómo lo vas a organizar? Lo interesante de este punto es que el tema puede proponerte cuál es el mejor formato para el libro. Una psicóloga me consultó para escribir un libro sobre su experiencia trabajando con grupos de adolescentes en un hospital. Se trata de una historia de varios años de construcción de una forma diferente de trabajar. Los/as mismos/as colegas le pidieron que escriba al respecto para inspirar a otros/as profesionales. Le propuse que escribiéramos su caso como si fuera una novela, porque lo más importante ahí era su búsqueda constante como guía de esos/as chicos/as, íntimamente relacionada con las historias de cada uno/a de ellos/as. Un caso muy diferente fue el de un grupo de docentes de Psicodrama que estaban formando el equipo y necesitaban bajar la teoría para sus alumnos/as. En ese caso, el libro era más conceptual, predominaba la explicación y estaba organizado con un criterio didáctico, de lo más simple a lo más complejo.
–¿Desde dónde querés escribir? ¿Cómo es tu “yo escritor”? Esta es una decisión muy importante. ¿Cuánta distancia vas a manejar con respecto a tu tema y a tus lectores/as? Hay un gran abanico de posibilidades, desde una postura de máxima distancia, con pretensión de objetividad, hasta una relación de intimidad con lo que contás y con tu público.
Es importante que escribas las respuestas a estas preguntas. Tal vez creés que la tenés clarísima, pero a la hora de ponerlo en palabras descubrís que hay varias cosas para profundizar y ajustar.
El siguiente paso es hacer un punteo de temas. ¿Cómo? Escribí un listado de toooodos los temas que quieras tratar. En esta primera etapa, no descartes nada. Pueden ser temas enormes, como la relación de pareja (siguiendo con lo terapéutico) o chiquitos, como una escena que sirva de ejemplo a esa temática. Luego, buscá relaciones y agrupalos. ¿Estos grupos podrían ser capítulos? Tomá cada categoría y revisá si se puede armar una secuencia interna. Si lo que querés contar es una historia, podés seguir los mismos pasos que detallé más arriba, en el punto 1 (Quiero escribir una historia).
Tomá esta organización como guía para empezar a escribir. Cada grupo de temas puede ser un capítulo de un libro. No te preocupes si, mientras vas avanzando, se te ocurren más cosas o descartás otras. Es importante que la guía sea flexible y que tomes el primer intento como un borrador.
Si en algún momento te trabás, podés venir a alguna clase especial para detectar cuál es el problema y recibir soluciones para volver al ruedo. Encontrás más info aquí.
Quiero escribir un libro, pero no sé sobre qué
3) Este era el caso más raro hasta que alguien me dijo: “quiero escribir un libro, tener un hijo, plantar un árbol”. ¡Zás! ¿No será que es un deseo impuesto por la sociedad? Me llamaba la atención que alguien que no escribe en la vida diaria sueñe con escribir un libro. Para mí, los libros siempre fueron una consecuencia natural de escribir todos los días. Escribo y escribo hasta que un día me doy cuenta de que tengo material suficiente para pensar en publicar. Es un proceso orgánico.
Hilando más fino, imagino que tal vez algunas personas necesitan una zanahoria para empezar una nueva actividad. Por ejemplo, estudiar teatro para actuar en público, o ir a un taller de pintura para participar de una exposición. A veces, ese objetivo que se aparece en forma de sueño funciona para tomar la decisión de empezar y, una vez en el baile, se despierta la pasión por el hacer en sí, por la práctica y el proceso. Entonces la frase “quiero escribir un libro” aunque no sepa sobre qué ni cómo, es una gran aliada para animarse a escribir. Si ése es tu caso, sos bienvenido/a en mi taller Empezar a escribir de cero.
Volviendo al deseo impuesto: me parece importante sacarse la duda. ¿Querés escribir un libro de verdad? ¿O lo estás deseando sólo porque se supone que es lo que hay que hacer para trascender en la vida? Tal vez te parezca exagerada esta frase, pero el libro está muy asociado al prestigio, la erudición, la fama y el legado. Mucha gente lo ve como una forma de dejar una huella, de realizarse y de trascender más allá de la muerte. Por supuesto que podríamos discutirlo, como todas las ideas impuestas con las que convivimos todos los días.
Pero lo importante es reconocer si se trata de un deseo genuino o no. Los deseos no cumplidos generan mucha frustración. Sean propios o impuestos (si les damos importancia). Por ejemplo, a mí cada tanto me vuelve el recuerdo de que no hice el doctorado (ni lo voy a hacer) y me pregunto si tomé la decisión correcta, sólo porque se supone que es el próximo paso que tendría que hacer en el recorrido académico. Pero estoy segura de que eso no es para mí. Y entonces vuelvo a tomar fuerza parada sobre mi decisión.
Lo cierto es que no hay ninguna obligación de escribir un libro. Y, como es una tarea muy ardua, es importante que te guste hacerla, ¡y mucho! Porque en el camino vas a maldecir el momento en que se te ocurrió la idea tanto como agradecer haberte metido en semejante lío. Es una experiencia muy intensa. ¿Vale la pena? ¡Por supuesto! Pero, antes de planteártelo, está bueno que estés convencido/a de que te motiva la experiencia de escribir en sí, más allá del resultado. Y eso sólo lo vas a notar probando. ¿Te animás a empezar? ¡Con 5 minutos alcanza! Aquí va un ejercicio que te lleva exactamente ese tiempo y es el empujón que tu escritura necesita para empezar a andar.
Contame: ¿te sentiste identificado/a con alguno de los casos?
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