Si al leer el título has sabido de dónde viene la palabra «miembras» y qué es la Generación del 27, pero no las sinsombrero, este post te interesa.
Hoy, he querido rescatar a un grupo de mujeres que, en su mayoría, siguen permaneciendo ocultas tras su conjunto homólogo masculino. Además, hablando de rescatar, he decidido que era un buen momento para recordar el término con el que Bibiana Aído, exministra de Igualdad, nos regaló en el 2008 y que se podría usar para describir a las integrantes femeninas de la Generación del 27.
Como mujer y escritora, aunque aplauda las iniciativas que se crearon por la Generación para tratar de promover el uso adecuado de la lengua y una nueva corriente para escribir, siento rabia cuando muchos piensan que en la Generación del 27 solo había hombres. Así, 90 años más tarde, considero que es importante aumentar el número de miembros de la Generación del 27, poniendo el foco en las figuras periféricas de la época, las sinsombrero, para que no sean ignoradas de nuevo.
El nombre del componente femenino, las sinsombrero, es muy simbólico, ya que hace alusión a la idea que tuvieron unos cuantos miembros de la Generación, hombres y mujeres, de quitarse el sombrero en plenos años 20 para romper con las normas de la época y buscar un poco de libertad para expresar sus opiniones. Tanto literal como metafóricamente, prescindieron de dicha prenda para liberarse las ideas e inquietudes que se intentaban imponer en la sociedad de la época.
Como relató Maruja Mallo a TVE al volver del exilio y recoge el reportaje Las Sinsombrero: «Un día se nos ocurrió a Federico [García Lorca], a Dalí, a Margarita Manso (…) y a mí quitarnos el sombrero porque decíamos “parece que estamos congestionando las ideas»». Sin embargo, esa idea fue acogida con escepticismo ya que según contó Maruja Mallo, «nos apedrearon llamándonos de todo».
Como podemos apreciar en la siguiente fotografía, ellas estuvieron en el grupo de la Generación desde sus inicios. Sin embargo, pese a que los nombres de los hombres fueron conocidos, ellas siguen, muchos años después, sin tener un lugar perceptible entre los referentes de la cultura de nuestro país.
Vamos a arrojar un poco de luz sobre ellas y os recomendamos que las conozcáis un poco más.
Ana María Gómez Mallo, más conocida como Maruja Mallo, fue una pintora surrealista que coincidió durante varios años con Dalí, Lorca y otros artistas en Madrid. Tras la Guerra Civil, se marchó a Argentina, donde consiguió algo de reconocimiento, haciendo varias exposiciones. No obstante, cuando regresó a España, siguió sin ser reconocida. Actualmente, esto ha cambiado, ya que una de sus obras está actualmente en el Museo Reina Sofía.
Margarita Manso conoció a Mallo en la Academia de Bellas Artes San Fernando y desde entonces mantuvieron una larga amistad. Las dos pintoras hicieron muchos actos trasgresores como, por ejemplo, vestirse de hombres para poder entrar a visitar el monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos) o participar en el evento de la Puerta del Sol.
María Teresa de León fue secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas y una de las principales artífices del lanzamiento del II Congreso de Intelectuales en Defensa de la Cultura. Sin embargo, las obras de esta escritora y activista quedaron relegadas a un segundo lugar por la fama de su pareja, Rafael Alberti, aunque las suyas eran del mismo calibre, ya que su obra Memoria de la melancolía, publicado en 1970, es posiblemente uno de los mejores libros de memorias.
Ernestina de Champourcín es una de las poetasque aparecen en la antología de Poesía española contemporánea de Gerardo Diego (1934) junto a Luis Cernuda, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Pedro Salinas.
Concha Méndez fue principalmente poeta, pero también dramaturga, guionista, editora, impresora. Vivió en el exilio en Francia, y luego en México. Tanto Méndez como Champourcín pudieron acudir a espacios para mujeres como el Lyceum Club o la Residencia de Señoritas, algo que otras como Lucía Sánchez Saornil no pudieron hacer.
Lucía Sánchez Saornil durante muchos años difundió su obra bajo el seudónimo de Luciano de San-Saor y también publicó poemas bajo influencia del Modernismo. Además, colaboró en la estructuración de las primeras colectividades campesinas y obreras.
María Zambrano fue la autora con más reconocimiento del grupo, ya que logró el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes en 1988. Fue filósofa, pensadora y ensayista y fue la única que, tras marcharse al exilio, fue reconocida cuando regresó a España.
Josefina de la Torre fuecineasta, poeta y cantante y una de las pocas que no huyó al exilio tras la Guerra Civil. Permaneció trabajando en el cine, doblando incluso a Marlene Dietrich y se consagró en el teatro, en el que llegó a ser primera actriz del María Guerrero.
Sin embargo, de la Torre comenzó a vaticinar el destino que iban a sufrir muchas de ellas y siempre condenó la precaria situación en el que estaban las mujeres (especialmente, las que se dedicaban a la literatura y las artes), ya que siempre afirmó: «Voy a ser olvidada».
Ahora que las conocemos, ayudemos a desmentir la frase de Josefina y a promover su conocimiento para que todas nos podamos inspirar en ellas y lograr que haya más escritoras conocidas tanto en el plano nacional como internacional.
Si os apetece descubrir más mujeres de la Generación del 27, os animamos a que veáis este reportaje de poco menos de una hora, Las Sinsombrero.
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